«A través del escaparate hemos personas volando por los aires», describía Gunther Böttrich, propietario de la farmacia Burg en Steinweg frente a la que se produjo el atropello, «después varias personas entraron en la farmacia pidiendo refugio, estaban muertos de miedo y nos alejamos de los cristales hasta que todo se calmó». «Yo me había adelantado para hacer fotos a mi hijo de frente, desde delante del desfile», relató el padre de uno de los heridos. «Cuando todo pasó y no vi nada, tardé unos segundos en darme cuenta de lo que estaba pasando y entonces corrí hacia el tumulto buscando a mi hijo. Alguien debió empujarle y seguramente le salvó la vida porque es muy pequeño, incapaz todavía de entender una situación de este tipo», agregó. Según un empleado del supermercado REWE que observó el atropello a una distancia de unos cincuenta metros, el agresor «estaba atropellando gente y seguía acelerando. «Yo me quedé paralizadodeseaba salir corriendo pero mis piernas no se movían», rebobinaba .
«Cuando llegué había muchos cuerpos en el suelo, la mayoría de ellos niños», describió el reportero local Elmar Schulten. «Ni siquiera sabía -agrega el periodista- si podía hacer fotos o no, entiéndanlo. estas cosas pasan en las grandes capitales, en Berlín, pero aquí en Volkmarsen solemos ocuparnos de otro tipo de informaciones».
El conductor siguió acelerando su automóvil Mercedes de color plateado, durante unos 30 metros y llevándose por delante todo al que encontraba a su paso, en una comitiva compuesta por apenas 200 personas. Cuando no puedo seguir avanzando, intentó salir del vehículo, pero varios testigos se abalanzaron sobre él y la policía, que tenía varios agentes desplegados acompañando el desfile, tuvo incluso que proteger de la ira de los presentes al ciudadano de nacionalidad alemana y 29 años de edad al que la fiscalía prefería todavía anoche mantener en el anonimato. El Ministerio de Interior de Hesse respetaba esta medida, pero confirmaba que «vive en los alrededores», posiblemente en referencia a otro pequeño pueblo en el norte de Hesse, y «muchos vecinos saben perfectamente quién es». Tras su detención, primeros auxilios y una conversación de hora y media con la policía, fue conducido a una clínica psiquiátrica.
Dudas sobre la motivación
«Tenemos treinta heridos, siete de ellos de gravedad», hacía recuento horas después el presidente de la policía local, Gerhard Bereswill, que informó también que la fiscalía general de Frankfurt presentaría cargos por intento de asesinato. «El ataque fue intencionado», admitía el portavoz del fiscal Alexander Badle, «pero sobre la motivación, investigamos todavía en todas las direcciones». «Ha resultado herido y debido a su estado no ha sido posible todavía someter al detenido a un interrogatorio completo», añadía, sin confirmar informaciones acerca de que estaba bajo loso efectos del alcohol o las drogas. Algunos vecinos declaraban a medios locales que habían visto al conductor horas antes del atropello. «Estaba ausente, como drogado, y dijo que pronto iba a salir en los periódicos», fueron las palabras de una vecina a la cadena de televisión RTL.
Después de anochecer, un grupo de agentes de las fuerzas especiales SEK, armados y con la cara cubierta, volvieron sobre el lugar de los hechos, ya acordonado y desierto. Poco más tarde realizaban una segunda detención. El detenido en este caso era una persona, cuya identidad tampoco ha sido desvelada, y que al parecer había estado grabando en vídeo el atropello, posiblemente en coordinación con el conductor y para colgar el vídeo en las redes sociales. «En este caso no puedo decir si ha sido detenido como cómplice o como testigo», se excusaba Gerhard Bereswill, más dispuesto ya a admitir que había habido alcohol y drogas de por medio.
A esa hora se iba ya desvaneciendo la posibilidad de que se hubiese tratado de un atentado. La primera teoría que arrasó en las redes sociales alemanas inmediatamente después del atropello era que se trataba de una venganza por la matanza de Hanau, en la que un perturbado y seguidor de ideologías xenófobas asesinó la semana pasada en Hanau a nueve extranjeros por el mero hecho de serlo. En Alemania, solamente en unas pocas ciudades católicas, como en Colonia, Fritzlar o en Naumburg, se celebra el carnaval de esta manera. Pero la identidad del conductor y el hecho de que al cierre de esta edición no fuese hallada prueba alguna de motivación ideológica o religiosa tendía a desmentir esa opción. Si bien las autoridades alemanas no conocían al conductor como extremista, la policía local sí tenía su ficha como participante en delitos de insulto, allanamiento y coerción. Por eso, aunque a la espera de que el fiscal defina más claramente los cargos, anoche nadie hablaba ya de acto terrorista.
«No logro entenderlo», lamentaba el primer ministro de Hesse, Volker Bouffier, «estoy conmocionado por esta mala acción, que ha causado heridas graves a muchas personas inocentes». Los antecedentes del crimen aún no están claros, por lo que pidió «no especular sobre posibles motivos». «Esta es la hora de los investigadores. Dejémoslos trabajar», pidió. El obispo católico de Maguncia, Peter Kohlgraf, que acudió apenas supo lo sucedido, calificó el atropello como «terrible» y pidió «una oración por los heridos». Todos los desfiles de carnaval de Hesse.
Anoche, de forma espontánea, los habitantes de Volkmarsen formaron una cadena humana para mostrar su solidaridad con los heridos.