Según Irina Nesterovsky, responsable de Investigación de Amenazas de Internet de la firma Kela, la información fue sustraída el pasado verano de la base de datos de este gigantesco establecimiento con más de 5.600 habitaciones, suites, lofts o villas y ya ha sido compartida en varios foros de «hackers». El «cerebro» de este atraco digital, o al menos el distribuidor de los datos robados, es miembro de Gnostic Player, un grupo que ha publicado información de más de 1.000 millones de personas.
El peligro más inmediato para estos clientes es el de recibir mensajes encriptados que, al abrirlos, puedan ayudar a los cibercriminales en sus actividades fraudulentas: sobre todo, crear nuevas cuentas con el nombre de la víctima, lo que se conoce como «fraude de identidad sintética», pues usan esa información para reclamar servicios con nombres ajenos. Ni que decir tiene que la extorsión tampoco se descarta: a Las Vegas se la conoce como «la ciudad del pecado» -casinos, prostitución, despedidas de solteros…- y a más de uno (y una) el robo de sus datos del célebre hotel podría ponerle a los pies de los caballos.
Si en el siglo XIX subió la fiebre del oro y en el XX se horadó el suelo en busca de gas y petróleo, en este siglo XXI los datos que guarda red son un auténtico tesoro. Se calcula que la información acumulada podría cifrarse en 44 Zettabytes almacenados en distintos servidores a lo largo del planeta, sobre todo EE.UU. Eso sí, se necesita una gigantesca inversión para establecer procesos, métodos e infraestructura para extraer información útil que sirva para conocer patrones de conducta o tendencias. La política actual no es ajena a nada de ello y no olvidemos que esta semana son las primarias en Nevada, estado que alberga a Las Vegas.
Si a alguien le sirve de consuelo, entre quienes han perdido su privacidad en el ataque a MGM figuran el consejero delegado de Twitter, Jack Dorsey; el cantante Justin Bieber y varios oficiales del departamento de Seguridad del Estado. Cultivar, fabricar y vender datos es el gran negocio del milenio. Y ni siquiera Las Vegas podrá guardar sus secretos.