La primera dama de EE.UU., Melania Trump, también ha dado positivo. “Esta noche, la primera dama y yo hemos dado positivo en un test de Covid-19”, dijo el presidente en la red social. “Comenzaremos nuestra cuarentena y nuestro proceso de recuperación inmediatamente. Superaremos esto juntos”.
Hicks, que en el pasado fue directora de comunicación de la Casa Blanca y ahora es asesora de la campaña para la reelección de Trump, dio positivo después de haber compartido con el presidente varios viajes esta semana. El sábado acompañó a Trump en un mitin en Pensilvania, como también hizo en Cleveland (Ohio) en el debate del pasado martes. El miércoles viajó a MInnesota con el presidente para otro acto electoral. En estos trayectos, se trasladó con Trump en el avión y en el helicóptero presidenciales.
Hicks es una persona de confianza de Trump. Ha trabajado con el multimillonario neoyorquino desde antes de su aventura presidencial y es una de las pocas personas que entran y salen de forma habitual del Despacho Oval. Como otros ayudantes de Trump, se le ha visto en muchas ocasiones sin mascarilla. Por ejemplo, en los actos del presidente en Pensilvania y Cleveland.
Hicks mostró síntomas la noche del miércoles. El jueves, Trump prosiguió con su agenda de actos y participó en un evento de recaudación de fondos en New Jersey, donde dio un discurso y estuvo en contacto próximo con decenas de personas.
El presidente, de 74 años, está en el grupo de riesgo por el virus, que tiene especial incidencia en personas de avanzada edad.
La enfermedad sorprende a Trump a poco más de un mes de las elecciones presidenciales, el próximo 3 de noviembre, y en medio de una frenética actividad de campaña. Trump ha tenido actos en varios estados en esta semana. La mayoría de los asistentes a sus mítines no llevan mascarilla ni guardan distancia de seguridad. En el debate del pasado martes, mostró una mascarilla que sacó del bolsillo interior de su chaqueta y bromeó sobre la costumbre de su rival, el demócrata Joe Biden, de aparecer con mascarilla en todos sus actos públicos.
Trump también se ha mofado de las precauciones tomadas por Biden, que ha hecho buena parte de la campaña sin tener apenas contacto con los votantes, y a través de conferencias y actos virtuales desde su mansión en Delaware.
Desde el principio de epidemia, Trump ha tratado de quitar importancia al virus, que ha causado más de 207.000 muertos en EE.UU. y ha provocado una crisis económica con millones de empleos destruidos. En un principio, el presidente aseguró que el virus desaparecía con la llegada del calor y ha mantenido enfrentamientos constantes sobre la importancia de la epidemia y las medidas para combatirla con los expertos médicos de su Administración. Poco antes de conocerse su positivo, en un acto electoral del jueves por la noche, dijo que “el fin de la pandemia está a la vista”, a pesar de que la mayoría de los expertos ven probable que haya una segunda oleada de contagios.
En cuanto la epidemia dio un pqueño respiro a EE.UU. y se empezaron a levantar las restricciones a finales de mayo, Trump decidió volver a la carretera. En junio celebró un mitin en Tulsa (Oklahoma) en un espacio cerrado y uno de los asistentes, el ex candidato presidencial republicano Hermann Cain falleció con el virus pocos días después.
No está claro el estado de salud del presidente de EE.UU. y de su esposa. El médico de la Casa Blanca, Sean Conley, aseguró en un comunicado escueto que “los dos están bien y planean quedarse en casa durante la convalecencia”. Añadió que espera que Trump “siga al frente de sus obligaciones sin interrupción durante su recuperación”.
Conley, sin embargo, no aclaró si Trump mostró los síntomas habituales. Un colaborador de la Casa Blanca aseguró a ‘The Washington Post’ que no había visto presencia de ellos, mientras que otro dijo a ‘The New York Times’ que el presidente tenía carraspeo en la voz, pero puede ser algo normal después de días de discursos.
La Casa Blanca confirmó que los actos previstos para el futuro próximo quedan suspendidos, incluido un viaje para este viernes a Florida, un estado decisivo en las elecciones.
El positivo de Trump abre un escenario de incertidumbre en EE.UU., con un clima político de alta tensión. Si el presidente no pudiera ejercer sus funciones por enfermedad o tratamientos médicos, como ocurrió de forma temporal con Ronald Reagan en 1985 y con George W. Bush en 2002 y 2007, ocuparía el cargo el vicepresidente, Mike Pence.
Si Pence tampoco pudiera hacerlo, la presidencia quedaría al frente de la presidenta de la Cámara de Representantes, la demócrata Nancy Pelosi. “No es algo que contemplemos”, aseguró la jefa de prensa de la Casa Blanca, Kayleigh McEnany. “Vamos a mantener la salud del presidente”.