El todavía presidente aseguró que, pese a la toma de edificios oficiales por parte de los manifestantes el pasado martes, «no ordené el uso de la fuerza para reprimir las protestas (…) ningún poder o cargo puede estar por encima de la vida humana». Hoy dijo que el país «atraviesa su momento más difícil».
Pero entre las voces que se han unido al clamor para que Zheenbékov se vaya está la del recién nombrado primer ministro, Sadir Zhapárov, cuestionado a su vez por un sector de la oposición que ha creado un segundo Consejo Coordinador Popular, paralelo al formado el martes por seis partidos impulsores de la actual revuelta.
Mientras, aparecían informaciones elevando el número de heridos en los disturbios a 911 personas, además de un muerto habido anteriormente, y la proliferación de actos de saqueo. En Rusia y en los países circundantes preocupa la situación en Kirguistán. Tanto el presidente ruso, Vladímir Putin, como otros dirigentes de la zona han solicitado una «solución pacífica» a la crisis.