El toque de queda es solo «la excusa» de las protestas violentas en Belgrado

Lo que esta sucediendo el Belgrado es difícil de explicar incluso para quienes participan en las protestas. Este fin de semana ha vuelto a incendiarse la capital de Serbia con violentos disturbios y más de setenta detenciones después de una semana de manifestaciones fuera de control todo lo que la policía consigue describir es que los manifestantes parecen dividirse en dos grupos: uno que radicaliza las protestas y extiende la violencia en las calles con el único argumento de la falta de alternativa y otro que condena los disturbios tan enérgicamente como las políticas del Gobierno de Aleksandar Vucic. La chispa que incendió este movimiento fue el intento del Gobierno de volver a decretar nuevas normas de confinamiento, un toque de queda que debía haber entrado en vigor el pasado viernes, pero los sociólogos hablan de otro tipo de rebrote, el del nacionalismo y el supremacismo en contraste con una generación europeista que desea barrer con esos ismos limitadores.

«Protesto por la dictadura, la injusticia, el nepotismo y la gente que dirige este país y no hace bien su trabajo, pero eso no quiere decir que quiera toda esta violencia», explica una de los manifestantes, Natasha Pavic, «quiero vivir en un país normal, estas violentas protestas son aterradoras, malas e inimaginables. Lloro cada vez que veo estas horribles escenas». Se refiere a las imágenes que repite una y otra vez desde hace días al televisión serbia, junto a los anuncios de la policía que advierten que el centro de Belgrado no es seguro y se desaconseja el tránsito por el casco antiguo a partir del atardecer.

«La razón inicial fue la insatisfacción con las medidas del gobierno con respecto a la crisis Covid, pero los problemas son mucho más profundos. Hay corrupción, traición y nuestro país tiene una especie de cultura colonial. La prensa internacional dice que esto se debe a las medidas contra el coronavirus, pero esa es solo la excusa, tenía que haber sucedido mucho antes», dice en cambio Andrejs Zivojinovic, «la violencia está justificada, hay pocas posibilidades de que estas protestas cambien algo, pero tenemos que intentarlo». Andrejs defiende que «la política internacional y la política migratoria deben cambiar. Tenemos que cambiar todo desde las raíces para construir nuevas instituciones. El presidente Vucic debe renunciar. Es humilde con los gobiernos extranjeros, pero arrogante con su propio pueblo. Ha abusado durante muchos años».

Muchos extranjeros entre los detenidos
Pero la versión de la policía acerca de lo que está ocurriendo es bastante diferente. «Entre los detenidos hay muchos extranjeros, ciudadanos de Montenegro, Gran Bretaña, Túnez, Bosnia Herzegovina…», ha dicho el director de la policía serbia, Vladimir Rebic, «Serbia les acogió y recibió con hospitalidad y lo que han hecho a cambio es destruir y atacar a la policía». Desde el inicio de las protestas, más de 130 agentes de policía han debido recibir asistencia médica por lesiones cuando trataban de impedir que los manifestantes tomasen al asalto la sede del parlamento y fueron agredidos con piedras, bengalas y otros artefactos. También han resultado heridos varios periodistas que cubrían las protestas al grito de «prensa mentirosa» y «prensa comprad», consignas que ha popularizado la derecha ultranacionalista en varios países del centro de Europa.

La policía lanzó gases lacrimógenos el viernes para desalojar las protestas frente al Parlamento, en Belgrado

AFP
Rebic deja claro que estos violentos sarpullidos tienen lugar por la noche, cuando el grueso de la manifestación, la parte pacífica de las protestas, ya se ha disuelto. Es entonces cuando entran en acción manifestantes más radicales que atacan directamente a las fuerzas del orden.

«Esto no se va a terminar a base de intervención policial. Estamos luchando contra este régimen para lograr algunos cambios en este país», aclara Branko Panic, que acude a la primera parte de las manifestaciones y ve la segunda en la televisión, ya desde su casa. «Para empezar, necesitamos diálogo en Serbia. Si tenemos un diálogo, tendremos un proceso. No hemos tenido juicio en los últimos 30 años. No apoyo la protesta violenta. Esa no es una imagen verdadera de nuestro país. Son solo individuos. Todas las noches, cuando comienza la violencia, la mayoría de los manifestantes abandonan este lugar porque la mayoría de los manifestantes desea protestas pacíficas». «Estamos hartos de las manipulaciones, han mentido sobre el número de víctimas de la pandemia y Vucic lleva desde 2012 haciendo lo mismo, sirviéndose de un sistema que manej», culpa al presidente Danijela Ognjenovic, de 52 años y asidua a las protestas.

Vucic, por su parte, se ha referido a los manifestantes como «criminales». Este exministro del Gobierno de Slobodan Milosevic ocupó en el pasado posiciones ultranacionalistas, para reconvertirse después al centro-derecha moderado en el que no resulta creíble para muchos de los ciudadanos. «Ha disuelto a fuego lento la democracia, la oposición no está ya presente en el parlamento y Vuvic controla a los medios de comunicación, por lo que la única manera de hacer política es en la calle», asevera el comentarista político Boban Stjanovic, que también observa que en las protestas «no hay un objetivo ideológico claro, no hay un liderazgo definido ni una lista de reivindicaciones», lo que hace más difícil al Gobierno entablar un diálogo, porque no hay un interlocutor al que dirigirse.