En esta tesitura, la campaña tendrá que recaer sobre los hombres de Mike Pence. El vicepresidente de EE.UU. ha tenido un papel muy limitado en la Casa Blanca de Trump, donde todo lo domina el volcánico neoyorquino. Trump le reclutó en 2016 para convencer al voto conservador, pero desde entonces ha sido un actor secundario. Ahora tendrá que arremangarse la camisa y lanzarse a la carretera electoral. Mike Miller, un alto cargo de la campaña de Trump, aseguró ayer en la cadena NBC que Pence acudirá esta semana a Arizona, uno de los estados decisivos, y Nevada, donde tiene previsto enfrentarse en un debate con Kamala Harris, la candidata a vicepresidenta de Joe Biden.
«Va a tener una agenda de actos muy completa y agresiva», dijo Miller, que describió cómo, ante la baja de Trump, la campaña se reseteará con un papel protagonista de Pence y de los principales miembros de la familia Trump, como sus hijos Donald Jr., Eric e Ivanka. «Estamos en campaña, falta un mes», dijo Miller.
Encerrado en casa
Pence y su mujer han estado encerrados en casa desde el viernes, después de que se conociera el positivo de Trump. Por estabilidad constitucional, Pence debe ser especialmente cauto, ya que en él recaería las funciones de presidente si la situación de Trump empeora y no puede permanecer en el cargo. Si Pence también enferma o tiene un accidente, la siguiente en la línea de sucesión sería una enemiga: la demócrata Nancy Pelosi, como presidenta de la Cámara de Representantes.
La permanencia de Pence y de los hijos de Trump en la campaña no estaría exenta de polémica. Si siguieran las directrices de las autoridades, todos deberían permanecer en cuarentena por seguridad al haber estado en contacto con Trump en un periodo cercano a su positivo.
Pero la campaña de Trump, que no ha puesto gran énfasis en respetar las regulaciones locales en sus mítines ni ha exigido mascarillas o distancia social hasta ahora en sus mítines -todo lo contrario-, no puede permitirse esos lujos. Las encuestas muestran que Trump va por detrás de Biden y el bronco debate del pasado martes -con interrupciones continuas del presidente- no le ha ayudado. Según un sondeo de «The Wall Street Journal» y la cadena NBC, el candidato demócrata ha abierto una brecha de 14 puntos con el presidente (53%-39%). Dos sondeos tras el debate en los dos estados más decisivos también apuntan a malas noticias para Trump: según la encuesta de «The New York Times» y Siena College, Biden amplía su diferencia a 5 puntos en Florida, y a 7 puntos en Pensilvania.
Mientras la campaña de Trump se reinventa, Biden prosigue con su agenda normal, con visitas a estados decisivos y mítines reducidos, con pocos asistentes y precauciones por el covid. El positivo de Trump valida la estrategia cauta que ha seguido el candidato demócrata, que ha centrado su campaña en la mala gestión de Trump de la epidemia. Trump, sin embargo, en su primer vídeo desde el hospital, compartido en la noche del sábado, dobló su apuesta: «Simplemente, no quise quedarme en la Casa Blanca», aseguró. «Me dieron la elección: quédate en la Casa Blanca, enciérrate, no salgas del Despacho Oval, te quedas en el piso de arriba y lo disfrutas. No veas a gente, no hables con nadie y ya está. Yo no puedo». Fue una justificiación que sonó a dardo a Biden: «Como líder, te tienes que enfrentar a los problemas. Nunca ha habido un gran líder que no lo haya hecho».