A la candidatura oficial de Norbert Röttgen, moderado con experiencia en Exteriores y Medio Ambiente, se sumaba el anuncio de Friedrich Merz, que en una rueda de prensa hoy a las once de la mañana lanzará su propuesta para el partido. Merz goza de grandes apoyos desde el mundo financiero y empresarial. Su rueda de prensa compite en expectación y fotógrafos con las de las estrellas cinematográficas de la Berlinale, pero sus enemigos en el partido no están dispuestos a ceder fácilmente el protagonismo y otros dos candidatos han querido adelantarse y anunciar su propia candidatura a las nueve y media de la mañana. Se trata del presidente regional de Renania Norte- Wstfalia, Armin Laschet, y el ministro de Sanidad Jens Spahn, que presentarán candidatura conjunta.
Tanta prisa está justificada. Con el congreso a solo dos meses vista no hay nada que perder. La decisión de Spahn de sumar sus apoyos a Laschet resulta difícil de interpretar. Por una parte, Spahn goza de gran predicamento entre las juventudes de la CDU y podría hacer daño a Merz en ese flanco, pero en plena crisis global del coronavirus, su papel como ministro de Sanidad supone un elemento de alto riesgo para la candidatura. Tanto el paquete Laschet-Spahn como la candidatura de Röttgen pertenecen al espectro moderado y centrista de la CDU, continuidad en las estructuras y capacidad de formar coaliciones con otros partidos. No puede descartarse que aproximándose al final de la carrera sumen fuerzas. Merz representa, sin embargo, un giro a la derecha desde el que recuperar el voto huido a Alternativa para Alemania (AfD) y pasos atrás en la legislación climática y social de la gran coalición. Este es el candidato que no cuenta con apoyo de la estructura del partido, la animadversión es mutua, y supondría un significativo relevo en los cuadros directivos a corto plazo.
Dejar fuera a la CSU
En todo caso, comienza a disiparse la niebla que cegaba al partido conservador alemán y la sucesión proporcionará una oportunidad de fijar la identidad y la dirección de la CDU, quizá también la respuesta pendiente a la escalada populista de AfD. La canciller Merkel ha adelantado que esta vez no se inmiscuirá en el proceso, ha dejado mano libre a la dirección, de la que se ha ido distanciando progresivamente en los últimos meses. Su equipo desliza solamente que en la Cancillería se desea un proceso lo más rápido y limpio posible, como si estuvieran hablando de una cirugía.
Un ministro de Merkel, que recibía ayer en su oficina a un grupo de corresponsales extranjeros, señalaba las condiciones que a su juicio debe tener el próximo candidato conservador a ocupar la Cancillería de Berlín. La primera, subrayaba, es «que sea un candidato de la CDU», dejando fuera por tanto la opción de dejar esta vez a los hermanos socialcristianos bávaros de la CSU que presenten a su presidente Markus Söder, que ha coqueteado con la idea desde hace semanas. La segunda condición, seguía el ministro, es «que tenga experiencia en gobierno». Esta apuntaba a Laschet, presidente del peso pesado de los Bundesländer y que ha demostrado no solamente su capacidad de ganar elecciones sino también su capacidad de llevar sobre sus hombros la responsabilidad ejecutiva. El ministro, buen conocedor de la directiva del paritido y persona de confianza de Merkel, señalaba además otra característica: «ha de fijar el partido al centro político alemán, porque es ahí donde la CDU podrá obtener resultados que alcancen el 30% de los votos y desde donde podrá formar coaliciones que nos permitan seguir en el gobierno».