A Francisco Antonio Santos
en memoria
Te lo dije, Francisco,
yo, muchacho de barrio pobre,
quise ser como tú
al verte sudoroso en la tribuna,
en la trinchera del honor
defendiendo la clase obrera;
te lo dije, Francisco,
tu legado fue esculpido serenamente
sobre la esperanza de masas hambrientas
que hicieron de la luna un espejo nocturno
y quisieron ser cielo como tus ojos;
te lo dije agradecido,
endeudado por el sudor de tu frente
que tantas huellas puso en mi camino,
así como las gaviotas
se llevan trozos de mar para edificar el horizonte;
te lo dije con la sencillez de una gota de lluvia,
pero certero como el musgo en los acantilados:
no cabía duda al evaluar tu pasado,
lo diste todo por un firme ideal,
sembraste ejemplo amasando futuro
y en el valle fructífero de tus callosas manos
floreció la esperanza de gente humilde como yo;
te lo dije, Francisco,
Cabral anticipó la trayectoria de tu muerte
cuando enfatizó con su infalible verbo:
«Hay muertos que van subiendo
cuanto más su ataúd baja».[1]
©Dió-genes Abréu
Abril 15, 2020
New York
[1] Verso del poema Aire durando, del poeta dominicano Manuel del Cabral.