Condenado en Brasil por diversos delitos de corrupción, Lula llegó a París, acompañado de la expresidenta Dilma Rousseff, para comenzar entrevistándose con los representantes de todas las izquierdas francesas, incapaces de entenderse entre ellos, pero «unidos» en el «homenaje» al expresidente brasileño.
Antes de recibir el título de ciudadano de honor de París, por decisión personal de Hidalgo, Lula sostuvo conversaciones amistosas con Olivier Faure, líder del PS, y Jean-Luc Mélenchon, líder de La Francia Insumisa (LFI, extrema izquierda populista).
Faure es el líder menos valorado en la historia del socialismo francés, al frente de un partido caído de hinojos en la crisis más grave de su historia. Anne Hidalgo, alcaldesa, no ha considerado oportuno contar con Faure para ningún acto de la campaña municipal en curso.
Mélenchon fue condenado el mes de diciembre pasado a tres meses de prisión con remisión de pena, culpable de los delitos de rebelión y provocación a la justicia.
El PS y LFI, Faure y Mélenchon, se odian cordialmente y defienden políticas incompatibles, entre ellos. Pero se fotografían encantados con Lula y Dilma Rousseff.
Candidata a la reelección
Anne Hidalgo, por su parte, es candidata a su propia reelección en las elecciones municipales del 15 y el 22 de este mismo mes de marzo, y ha traído a París a Lula para nombrarlo ciudadano de honor invitándolo a participar en un mitin de campaña local.
Hidalgo no ha podido ni deseado contar con ningún líder socialista de envergadura nacional para apoyar su campaña. Los líderes históricos han desaparecido del «radar» político. No hay líderes emergentes. El PS está sufriendo una hemorragia dramática de militantes y simpatizantes.
Ante la histórica crisis del socialismo francés, la alcaldesa saliente espera que la pareja Lula y Dilma Rousseff aporten a su solitaria campaña municipal el «aura» incierta de «personajes internacionales».
Según todos los sondeos y estudios de opinión, la campaña municipal de París se jugará en dos terrenos básicos: limpieza y seguridad. Son los dos puntos más débiles de Anne Hidalgo. La suciedad y el incremento de la delincuencia «menor» (atracos, violencia no siempre «soft») son cuestiones sensibles de vida cotidiana, muy alejadas de la «gesticulación» internacional con personajes condenados judicialmente en su propia patria.