El ministro de Interior, encargado de hacer públicos los resultados, lamentó que «hemos celebrado estas elecciones cuando hemos tenido diversos incidentes en el país». Irán vive sumido en una fuerte crisis económica debido a los castigos impuestos por Donald Trump, que ya ha causado varios estallidos de protestas, y el malestar en las calles se agudizó en enero tras las mentiras del régimen sobre el derribo del avión de pasajeros ucraniano.
Al menos 256 escaños, de los 290 que componen la cámara, estarán en manos de los ultraconservadores. Uno de los giros más espectaculares se produjo en Teherán, donde los 30 asientos asignados a la capital pasarán a ser de diputados de esta corriente, mientras que en la última legislatura fueron de políticos moderados o reformistas. La purga masiva del Consejo de Guardianes, que vetó a 9.000 candidatos moderados o reformistas, abrió la puerta para el cambio de control en el Parlamento y la fuerte abstención completó el giro hacia una corriente que devuelve al Parlamento a la era de Mahmoud Ahmadineyad. Estos resultados suponen un revés para la política aperturista por la que apostó desde su llegada al poder el presidente Hasán Rohani, a quien le tocará convivir en los últimos meses de su mandato con una cámara en manos de su oposición política dentro del régimen.