¿Es peligroso el 5G para la salud? La UE se pronuncia

Varios mensajes compartidos en redes sociales dicen que la Unión Europea ha «confirmado» recientemente que la tecnología 5G es perjudicial para la salud de las personas y el medio ambiente. No es cierto: lo que el Consejo de la UE ha hecho es, precisamente, advertir sobre ese tipo de falsedades, y especialmente de los mensajes que afirman que las redes de 5G «suponen una amenaza para la salud o están vinculadas con la COVID-19».

Los mensajes que se han hecho virales en Facebook y Twitter en España tergiversan las conclusiones del Consejo de la Unión Europea sobre «El futuro digital de Europa» del 9 junio para argumentar un supuesto rechazo de las autoridades comunitarias a la tecnología 5G. El contenido compartido enlaza con un artículo publicado en el sitio web de la Plataforma Ciudadana para la Investigación Judicial del Sector Eléctrico, una asociación que se define como «dedicada a la defensa de consumidores y usuarios de electricidad» y que analiza la relación entre las radiaciones electromagnéticas y la salud.

La base de este artículo es un punto del documento del Consejo, en el que el organismo europeo destaca que la implantación de redes de telecomunicaciones como 5G o 6G «tiene en cuenta las directrices internacionales sobre los efectos de los campos electromagnéticos en la salud». Esta última afirmación es la que desarrolla la web de esta plataforma, obviando que, a continuación de esa frase, el Consejo de la UE «manifiesta la importancia de combatir la expansión de información falsa ligada a las redes de 5G, especialmente en lo relativo a afirmaciones falsas según las cuales dichas redes suponen una amenaza para la salud o están vinculadas con Covid-19».

Datos: La Unión Europea no ha reconocido que las redes de telecomunicaciones de 5G supongan una amenaza para la salud ni el medio ambiente y, de hecho, regula unos niveles máximos de exposición a redes móviles que son 50 veces inferiores a los que pueden causar daños en la salud, según investigaciones científicas. Por tanto, la afirmación acerca de que la UE confirma que el 5G es perjudicial es «un bulo», confirman a EFE fuentes comunitarias. «Proteger la salud de la población es una de las prioridades de la UE, también cuando se trata de la expansión del 5G. Los límites de exposición para el público en general fijados por la UE aplicados a cualquier red móvil son al menos 50 veces más bajos de lo que la evidencia científica internacional sugiere que tiene algún efecto potencial sobre la salud», indican desde la Comisión Europea.

La normativa comunitaria respecto a los niveles de exposición a campos electromagnéticos se basan en una recomendación del Consejo que fija estos límites estrictos en línea con las directrices de la Comisión Internacional de Protección contra la Radiación No Ionizante (ICNIRP, por sus siglas en inglés) de 1998. Después de 20 años y tras haber revisado la literatura científica, las nuevas pautas de la ICNIRP confirman la idoneidad de los límites actuales para la exposición a campos electromagnéticos, con ligeras adaptaciones a las frecuencias de las redes 5G.

Igualmente, la normativa comunitaria tiene en cuenta las recomendaciones del Comité Científico sobre Salud, Medio Ambiente y Riesgos Emergentes (SCHEER), que evalúa los riesgos para la salud que pueden estar asociados con la exposición a campos electromagnéticos. El Parlamento Europeo, por su parte, no ha aprobado ningún reglamento o resolución que reconozca que el 5G es perjudicial, aunque ha subrayado la necesidad de realizar las pruebas necesarias para garantizar que no existen riesgos para la salud pública, indican a EFE fuentes de la Eurocámara.

El Consejo de Europa no es una institución de la UE
Los mensajes que acompañan a la afirmación falsa acerca de la UE y el 5G sostienen su argumentación en una resolución de 2011 del Consejo de Europa, que no es una institución comunitaria, sobre los «Peligros potenciales de los campos electromagnéticos y sus efectos sobre el medio ambiente». En este texto de 2011, la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa pide revisar los límites en los niveles de radiofrecuencias como las de la telefonía móvil, ya que «parecen tener efectos biológicos no térmicos potenciales más o menos dañinos para plantas, insectos y animales, así como en el cuerpo humano cuando se expone a niveles inferiores a los umbrales oficiales».

El artículo que se ha viralizado comparte, en su parte final, unas supuestas exigencias del Tratado de Funcionamiento de la UE, tales como «tomar las medidas razonables para reducir la exposición a los campos electromagnéticos» o «prestar especial atención a las personas electrosensibles», que no están recogidos en dicho texto jurídico europeo.

Una radiación no ionizante, como la radio o la televisión
La tecnología 5G, como se conoce a la quinta generación de redes de telecomunicaciones, pertenece dentro del espectro radioeléctrico a las radiaciones «no ionizantes», similares a las ondas de radio o televisión y cuya menor frecuencia provoca que la energía que transportan no altere los electrones de los materiales con los que contacta o las células del ser humano. «Los efectos sobre la salud de las ondas de radio se vienen estudiando desde finales del siglo XIX, en particular en las inmediaciones de emisoras de radio y televisión, que emiten con una potencia mucho mayor que el 5G», explica a EFE el catedrático de Ingeniería Telemática de la Universidad Carlos III de Madrid Arturo Azcorra, director del instituto de investigación IMDEA Networks.

Azcorra apunta que «múltiples emisoras llevan emitiendo durante décadas ondas con potencias de hasta 100.000 watios, sin que se hayan constatado efectos adversos». «Los teléfonos 5G emiten con potencias en torno a 0,5 watios, y las estaciones base 5G, en torno a 60 watios», precisa. El otro grupo, el de las radiaciones ionizantes, incluye aquellas que tienen alta frecuencia y sí pueden alterar los electrones de un átomo o la información de una célula, como la luz ultravioleta o los rayos X, que se emplea en entornos controlados.

No obstante, aunque estas radiaciones no ionizantes no tengan estos efectos, tanto la UE como España establecieron a finales de la década de los 90 límites a la exposición a este tipo de radiaciones basados en las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la ICNIRP. La comisión internacional de expertos médicos en la que se basan estos límites, la ICNIRP, controla periódicamente esos umbrales y, dos décadas después, no ha detectado riesgos para la salud, explica a EFE el epidemiólogo Francisco Vargas, director científico del Comité Científico Asesor en Radiofrecuencias y Salud (CCARS).

«La ICNIRP publicó en marzo de 2020 unas directrices que actualizan sus umbrales de seguridad y en esta revisión no han considerado que haya que ser más estrictos, y se trata de una comisión que consulta a expertos de todo el mundo. No hay fundamento científico para reducir esos límites», ha asegurado Vargas. A este respecto, el físico y profesor de la Universidad de Castilla-La Mancha Alberto Nájera, vocal del CCARS, añade que las investigaciones realizadas por este organismo revelan que la exposición media está muy por debajo de esos umbrales. «La radiación media a la que estamos expuestos está entre 10.000 y 100.000 veces por debajo de esos límites de seguridad y no se espera que 5G los incremente mucho», ha asegurado a EFE.

No se ha detectadi ningún efecto perfudicial
El artículo viral también hace referencia a una petición del Defensor del Pueblo para realizar una evaluación de impacto ambiental del Plan Nacional de 5G, a la que la Secretaría de Estado de Avance Digital responde que los límites de emisiones «no dependen de la tecnología utilizada (4G ó 5G)», sino de la banda de radiofrecuencias. El 5G va a emplear la banda de radiofrecuencias que «ya se utilizan a nivel masivo en España, con la única excepción de la banda de 26 GHz, que aún no ha sido adjudicada para el uso de 5G para servicios comerciales masivos», añade la Secretaría de Estado.

En este sentido, el director científico del CCARS recuerda que en España se realizan habitualmente estudios que miden la exposición de las personas a las radiofrecuencias y no se ha detectado «ningún efecto perjudicial hasta el momento». «Desde los años 90 ha transcurrido tiempo suficiente para observar el incremento de una enfermedad y dar una alerta, y la realidad es que ninguna enfermedad ha demostrado tener como causa las radiofrecuencias», apunta Vargas.

Por su parte, Azcorra considera «radicalmente falso» que se hayan detectado daños sobre la salud o el medio ambiente por el efecto de las radiofrecuencias. «En el Reino Unido se está investigando a una empresa que vendía unos dispositivos que falsamente protegían contra los falsos efectos negativos del 5G. Esto es otro ejemplo de entidades que se lucran promoviendo falsas informaciones, y que deberían tener consecuencias penales», opina el catedrático de la Carlos III de Madrid.

El «electrosmog», un término no científico atribuido a la OMS
El artículo viral también hace referencia al término «electrosmog» como sinónimo de «radiación electromagnética peligrosa» que, según el texto, fue «acuñado por la propia OMS». Sin embargo, ese término no está recogido en la web oficial de la Organización Mundial de la Salud.

«El electrosmog es un término no científico que denomina al conjunto de ondas de radio producidas por distintas fuentes (radio, televisión, WiFi, telefonía móvil, mandos a distancia, motores eléctricos, radares, …) y busca hacer un paralelismo con la contaminación del aire, que en inglés se denomina ‘smog’», explica Azcorra.

Para Vargas, el objetivo de ese concepto es «asemejar la toxicidad de los motores de combustión a la exposición electromagnética», dos aspectos que «no son comparables» porque los límites de la exposición son «extremadamente bajos». EFE consultó a la Plataforma Ciudadana para la Investigación Judicial del Sector Eléctrico para exponerle estas pruebas, pero mantuvo que su artículo es «correcto» y «no contiene ningún error».