Cómo desaprovechar unas primarias

¿Joe Biden o Bernie Sanders? ¿De verdad no hay nadie más? Los demócratas han tenido cuatro años para preparar la elección presidencial de 2020 y convertir a Donald Trump en un presidente de único mandato. La movilización de los miembros y simpatizantes del partido ha sido impresionante durante este tiempo. Un presidente que no se identifica con los valores de la democracia liberal les ha dado a diario motivos para militar activamente contra sus mentiras, insultos y decisiones arbitrarias o poco meditadas. Trump no ha alcanzado cotas de popularidad altas, pero ha cuidado a los tres sectores de la población que pueden mantenerle en el poder: los trabajadores blancos, la derecha evangélica y los ciudadanos que eligen solo con la cartera. Quiere cuatro años más, alcanzar la sensación que ha buscado toda su vida, el reconocimiento que una y otra vez se le escapa.

Si los demócratas se hubieran tomado en serio la necesidad de mostrarse unidos y elegir un candidato centrado y joven, hoy estaríamos más cerca de echar al olvido la amenaza global que supone Trump. Pero han desaprovechado la oportunidad de convertir las primarias en una gran plataforma desde la que proponer una alternativa atractiva. El duelo entre Sanders y Biden es el fracaso de un partido que no ha hecho autocrítica desde Hillary Clinton, con su combinación de arrogancia tecnocrática y su deriva hacia la política de identidad.

El senador de Vermont tiene algo de réplica de Trump, contrapone la gente con la elite e identifica política e insurgencia. La resurrección de Biden tras el supermartes es la reacción torpe y tardía del establishment demócrata. El vicepresidente de Obama carece del optimismo, la energía y la capacidad de articular un discurso integrador. Mira una y otra vez al pasado. A cambio, no asusta a los votantes moderados y cae bien a los trabajadores de los pocos Estados en juego en los que se decidirá la elección presidencial. Debería elegir un buen candidato a vicepresidente y al menos pretender que su ticket no es el resultado de una pésima gestión política de las primarias.